Solo tienes que vivir... La vida te dará aventuras.

28.02.2022

Volví a experimentar en mi cuerpo métodos y terapias alternativas, sin medicación ni químicos, pues  siempre lo había hecho así. Esto me permitió volver a tener el registro profundo de mi cuerpo. Y salirme de ese estado de embotamiento provocado por la medicación que me nublaba y no me dejaba transitar el dolor emocional como yo sabía que tenía que hacer, pues el tumor estaba ya fuera de mi cuerpo pero la razón del tumor, para qué lo había gestado mi cuerpo, aún estaba sin sanar. Tenía muy claro, como cuando me dieron el diagnóstico, que era para qué y NO porqué. Y ahí estaba la clave, no resistir la enfermedad sino abrazarla y sentirla como una bendición en mi vida. Mientras tanto en lo familiar y personal explotaba todo, pero eso también era parte del proceso de sanación. Me di cuenta que la familia es el origen y que el presente y el futuro son los vínculos y afectos  que uno elige.  Cada uno procesa como puede los traumas y a veces hay que "alejarse del bosque para ver el árbol".  Tomar distancia.
De a poco fui logrando caminar distancias más largas. Cuando logré hacer los 100 metros que tiene una cuadra, fue una emoción inexplicable. Eso ocurrió en las Termas de Copahue, un lugar mágico de la Provincia del Neuquén que tiene aguas y fangos curativos al pie del Volcán Copahue. Allí hice todo tipo de terapias de rehabilitación que me hicieron dar un salto importante en el avance de recuperar mi motricidad. En eso me enfoqué al 100% recuperar la parte motora (la sensitiva estaba y aún hoy sigue muy dañada). Sabía que si recuperaba la movilidad podía ilusionarme con volver a la montaña, esquiar, con mis dos piernas nuevamente. En mi casa hacía kinesiología en la pileta y eso me ayudaba mucho a incorporar movimientos que me resultaban más fáciles en ese medio. Y el agua caliente ayudaba mucho con los dolores que eran muy fuertes.


  • El dolor.... capítulo aparte, es algo que me acompaña desde el día uno. A veces me paraliza y otras me limita. Pero aprendí a convivir con él y agradecerle que ¡me recuerda que estoy viva! Como la sensación que miles de agujas me pinchan desde el ombligo hasta los pies las 24 horas del día, todos los días de esta nueva vida, que vivo disfrutando de todo sin pensar en estos cambios en mi cuerpo,  que a esta altura ya son mis normalidades!

 

  • Caminar.... Los primeros pasos los daba como "pato", con las piernas abiertas y muy robótica, tuve que aprender a dar pasos de cero. De nuevo, visualizaba en mi mente la acción talón-planta-punta coordinando con tobillo y rodilla, miraba mis pies y daba el paso. Al principio me tomaban de las dos manos y de a poco fui dando pasos de "pato" sola. Aprender a caminar es una tarea muy compleja. ¡Cuánto más fácil es hacerlo desde bebés!, que es prueba y error. Además yo no podía caerme como lo hacen ellos y tenía que pensar mucho cada movimiento. Otro objetivo que tenía y que también volví a hacer fue manejar pues quería llevar a Nico al colegio nuevamente, ya que había ido en transporte escolar todo el año post cirugía y los viajes al colegio eran momentos compartidos nuestros muy valiosos que tenían que volver. Recuperar algo de la normalidad de nuestras vidas.

  • Manejar..... Fue muy complejo, ya que lo que para cualquiera persona  es natural, para mí era estresante y agotador. Las percepciones del entorno, los otros autos, los peatones, los perros, los colores, los ruidos, la coordinación. Por suerte existen los autos con caja automática. Todo lo que hay que estar atento al manejar a mí me generaba mucha tensión, algo parecido a los ataques de pánico.  Lo mismo me ocurrió la primera vez que caminé por la vereda de mi casa, entré en pánico! Tanta información junta me paralizó. Una cosa era meter información a diario en el rígido (cerebro y médula) de mi cuerpo en un ambiente cuidado como mi casa y otra muy distinta era el mundo exterior. Ahí experimenté el miedo paralizante. Pero mi cabeza dura pudo más y cada día al intentarlo de nuevo, esa nueva información se fue grabando y ejercitando en mi  disco rígido, como todas las acciones que tuve que volver a aprender o reincorporar. Hasta el día de hoy incorporar información es algo que hago a diario, de todo tipo, por ejemplo, caminar descalza en diferentes superficies.


Recuperar la intimidad de bañarme sola, fue un trabajo largo e intenso. Algo que parece tan natural y simple, a mí me costó mucho. Desvestirme era difícil pues perdía el equilibrio, abrir la canilla, entrar a la ducha y mantenerme parada en un ambiente húmedo era complejo. La temperatura del agua, porque frío y calor no los sentía bien definidos. Aún hoy me cuesta sentirlos. Lo que más me costó fue lavarme el pelo y cerrar los ojos por el shampoo. Perdía el equilibrio y todo me daba vueltas. Así que demoraba una eternidad en todo el proceso de bañarme, pero la felicidad de hacerlo sola era mucho más grande.