Las Catedrales donde practico mi religión

02.03.2022

De a poco fui recuperando autonomía en varias cosas, como salir sola a la calle y caminar un par de cuadras. Manejar sola, aunque fueran distancias cortas. Subir y bajar escaleras en su totalidad.

 Vestirme! que maravilla, sacar la ropa del placard y ponerme cada prenda sola, algo que no se piensa en el día a día, pero para mi fue un proceso, desde abrir el placard, seleccionar ropa, y colocarme cada cosa era mucha coordinación y concentración. Me costó mucho calzarme porque no podía llegar a mis pies con facilidad y también durante ese tiempo usaba calzado tipo pantufla un par de números más grandes porque la sensación en mis pies era horrible, y acentuaba los pinchazos y la electricidad. Hoy ya uso calzado de mi número nuevamente pero no desapareció esa sensibilidad alterada y distorsionada que persiste de pinchazos de agujas o como si pisara piedras., pero me acostumbré y voy por la vida así!

 Me acuerdo, incluso el día que pude colocar toda la loza en el lavavajillas yo sola!, mantener el equilibrio y la coordinación para colocar cada plato y cubierto agachándome sin caerme.
Pequeños, grandes logros que me motivaban a seguir y seguir sin pensar en todo lo que me faltaba o el gran malestar por el dolor y sensibilidad alterada.

 
Hubo dos momentos que me bajonearon un poco pero me sirvieron para hacer un click, el día que cumplí un año de la cirugía (11/5/2017) y al año y medio. Yo me había aferrado a que en esas fechas estaría ya de nuevo como antes. ERROR, en neurología no hay tiempos y la médula es una parte de nuestra anatomía tan profunda, que no se puede evaluar, ni medir, ni siquiera ver, para poder estimar nada. No existe un estudio que te dé un estimado del daño que quedó. La recuperación es incierta, hasta dónde o en cuanto tiempo recuperarás lo que se cortó, rompió, alteró y manipuló en la cirugía es un misterio.. No hay un protocolo como puede ser en una rehabilitación de rodilla operada y un estimado de tiempo en que recuperarás la movilidad. Estás a ciegas. Y ahí es donde la cabeza puede ser tu mejor aliada o tu peor enemiga!. Cuando pasaron esas dos fechas y me di cuenta de todo esto, dejé de despertarme cada mañana pensando que todo era una pesadilla nocturna, acepté lo que estaba pasándome y abracé mi realidad, pero sin bajar los brazos y redoblando el esfuerzo para que cada día fuera una sorpresa, a ver qué más podía lograr, lo tomé como un desafío que sacaba lo mejor de mí y me desafiaba a llevar la contra a cualquier pronóstico que pudiera ocurrir. Llevarle la contra al "esto ya quedó así" me encanta . Busco todo el tiempo lograr cosas impensadas y hacer cosas más increíbles aún. Sorprender a mi cuerpo cada día, llevarlo a los límites, ganarle a esa parte de la mente negativa que dice no vas a poder, es una lucha interna que me llena de energía y adrenalina cada día, es la manera en que funciono!
Y es la forma en que volví a la montaña a full. Ella es mi medicina, es mi templo, es mi desafío, es donde me auto descubro y me permite ver con otros ojos todo lo que me rodea, es el punto entre el cielo y la tierra de máxima libertad.
"Las montañas no son estadios donde satisfago mi ambición de logros, son las catedrales donde practico mi religión. Yo voy a ellas como las personas van a la oración. Desde sus majestuosas cimas veo mi pasado, sueño mi futuro, y con una inusual agudeza, experimento el momento presente.... mi visión se aclara, mis fuerzas se renuevan. En las montañas yo celebro la creación. En cada viaje a ellas nazco de nuevo" Anatoli Bukrèyev (1958-1997)